jueves, 5 de noviembre de 2009

El GOLPE DE ESTADO DEL 28/6 EN HONDURAS Y LA RECONSTITUCIÓN DE LOS MOVIMIENTOS SOCIALES: HACIA LA CONSTRUCCIÓN DE UN NUEVO PACTO SOCIAL

Dr. Jorge Alberto Amaya Banegas
jamayabanegas@yahoo.es


Entonces la milpa se antoja como la patria, o la patria se parece a la milpa. Hay que cuidarla, se la roban, la saquean, la tapiscan.
Estos mapaches y chanchos de monte, no son de aquí, llegaron de tierras lejanas, áridas, secas, espinosas y desérticas. Son beduinos nómadas, árabes o judíos, comerciantes, tenderos, usureros, bandoleros…
Se quedaron, para comerse la milpa que no les pertenece, para robarnos las mazorcas, el agua, el suelo, los árboles, las piedras, los pájaros, las mariposas, las flores, los venados, el aire, el sol, la luna, las estrellas…
Para quitarnos la historia, el nombre, la libertad, la democracia, la patria, la vida…

Lo que no pueden comprar ni arrebatarnos es la dignidad, el valor, el orgullo, el despertar, la fuerza y la esperanza de hondureños y hondureñas en pie de lucha, como estos Pueblos Lencas con más de 500 años en RESISTENCIA.

Ricardo Alberto Bueso, dirigente lenca del COPINH.

I) INTRODUCCIÓN.
El 28 de junio de 2009, con apoyo de los sectores políticos más recalcitrantes y ultraderechistas del país, así como con la mayoría de grupos empresariales-especialmente los de ascendencia árabe y judía- y las jerarquías religiosas católicas y evangélicas, el neofascista Roberto Micheletti, el Jefe del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas y sus estructuras de apoyo consumaron un golpe de Estado contra el presidente constitucional Manuel Zelaya Rosales y establecieron un gobierno de facto. Desde entonces, para mantenerse en el poder y debido a la escasa base de apoyo social han ejecutado una serie de maniobras de distinto tipo: operaciones de represión militar y policial, asesinatos, desapariciones, detenciones extrajudiciales, sabotajes, propaganda y control de la información, promulgación de decretos que limitan las libertades fundamentales y otras más.
El argumento para la interrupción del proceso democrático hondureño por parte de los golpistas fue paralizar la consulta popular que el presidente Zelaya Rosales había convocado para el mismo día, denominada como “La Cuarta Urna”, mediante la cual se pretendía consultar a la población para determinar si estaban de acuerdo con el establecimiento de una nueva “Asamblea Constituyente” para reformar la Constitución política.
El mismo día del golpe de Estado, una gran parte de la ciudadanía hondureña, especialmente en las grandes ciudades como la capital Tegucigalpa, San Pedro Sula, La Ceiba y otras más salió a las calles para mostrar su repudio frente al fantasma golpista que ya se creía anclado en el pasado. Al mismo tiempo, muchos “movimientos sociales tradicionales” -como las organizaciones sindicales, obreras, campesinas y magisteriales-, junto con los llamados “nuevos movimientos sociales” (NMSs), como por ejemplo organizaciones feministas, ambientalistas, de derechos humanos, colectivos gays y lésbicos, agrupaciones de jóvenes, patronatos comunales, y desde luego organizaciones indígenas y afrodescendientes se adhirieron a la lucha y conformaron el Frente Nacional de Resistencia contra el Golpe de Estado (FNR), más conocido hoy en día como “La Resistencia”. A ellos se han agregado la mayoría de artistas, intelectuales, agrupaciones políticas independientes y un sinfín de colectivos sociales que han desafiado durante casi cuatro meses la dictadura impuesta por los golpistas.
En este trabajo intentaremos exponer el significado social y político de este movimiento, resaltando especialmente el papel de las organizaciones sociales indígenas y afrodescendientes dentro de esta lucha.
Estas organizaciones sociales de los Pueblos Indígenas y Afrodescendientes claramente pertenecen a lo que desde la nueva teoría sociológica se denomina como “Nuevos movimientos sociales”, que hoy en día constituye una nueva línea de investigación desde que Touraine planteara en los años 70 que el objetivo de estudio de la sociología eran los movimientos sociales, a los que definía como “la acción colectiva organizada por la cual un actor dominante o dominado lucha por la dirección social de la historicidad en un conjunto histórico concreto” .
Durante los años 70s y 80s, el concepto de “movimientos sociales” estaba reservado para referir a las organizaciones sociales tradicionales, como los movimientos sindicales, obreros, campesinos y gremiales, pero desde finales de los años 80s, en medio de una serie de cambios políticos, sociales, económicos y culturales como el colapso del bloque socialista, el proceso de la globalización, el multiculturalismo y el debate por los derechos humanos, implicó la aparición y multiplicación de movimientos de nuevo cuño, expresado en la fundación de novedosas organizaciones que ampliaron el abanico de la lucha social, como por ejemplo movimientos ecológicos, feministas, pacifistas, antirracistas, de consumidores y otros más, todos los cuales son denominados hoy en día como “Nuevos movimientos sociales” por autores como Melucci, Escobar y Álvarez, Slater, Souza de Santos y otros , además del ya citado Alain Touraine.
2) LOS MOVIMIENTOS SOCIALES INDÍGENAS Y AFRODESCENDIENTES DE HONDURAS

En el caso de Honduras, este tipo de movimientos se fueron estructurando desde los años 80s y 90s, cuando se conformaron movimientos feministas como “Visitación Padilla”, de derechos humanos como el Comité de Derechos Humanos (CODEH), y desde luego el movimiento indígena y afrodescendiente. El auge organizativo de los pueblos indígenas y negros de Honduras fue un proceso paralelo al debilitamiento de los movimientos sociales tradicionales, como los obreros, campesinos y estudiantes, quienes en la década de los años 90s fueron perdiendo la beligerancia que habían tenido hasta la década del 80, cuando se desencadenaron las tensiones y las guerras civiles en Centroamérica. En los 90s, con la consolidación de los procesos de paz en la región y la incipiente democratización de los países del área, los movimientos tradicionales fueron perdiendo protagonismo ante la ausencia de la utopía de izquierdas.

La organización de los Pueblos Indígenas y Negros, bajo la forma de federaciones, se aceleró desde los años 70s y 80s, cuando fueron creadas la mayoría de ellas . El estilo federativo de organización, adoptado en la década de los 80s, era similar al que predominaba en el movimiento obrero y campesino desde algunas décadas atrás, lo que no implica una relación formal o una influencia política directa de aquellos movimientos en el auge organizativo de los indígenas y negros, aunque sí podemos hablar de un deseo de los dirigentes por adoptar formas organizativas funcionales ya legitimadas en el país. El proceso organizativo fue impulsado en gran medida por profesionales indígenas y afrodescendientes, así como por parte de algunos mestizos, estos últimos presentes en las comunidades por medio de las ONGs y otras entidades sociales. Asimismo, algunas Iglesias como la Católica y la Morava, también contribuyeron al proceso organizativo de estos pueblos mediante la formación de líderes comunales como los “Celebradores de la Palabra” o catequistas.
El proceso de la organización federativa, en un principio, hizo que las etnias indígenas y negras asumieran una plataforma reivindicativa individual, en la que cada una luchaba por los problemas de su propio pueblo, lo que impedía al conjunto elaborar una plataforma común de lucha.
En cuanto al proceso de organización e institucionalización del movimiento étnico hondureño, no es sorprendente que sean los Garífunas y Miskitos los pioneros de la organización étnica, tanto con la fundación de la Organización Fraternal Negra de Honduras (OFRANEH) en 1973 y de la “Mosquitia Asla Takanka/Unidad de la Mosquitia” (MASTA) en 1976 respectivamente. Se atribuye la temprana toma de conciencia de Garífunas y Miskitos no sólo a su relativa numerosidad (250,000 y 40,000 personas) en comparación con las demás etnias, sino también a su cohesión étnica, así como a la persistencia en sus patrones de cultura y sobre todo a la conservación de sus lenguas maternas.

La siguiente iniciativa organizativa étnica surgió entre los Tolupanes de Yoro, llamados tradicionalmente como “Xicaques”. Desde 1974, los caciques empezaron a debatir la idea de crear una federación, y es así que en 1978 se integra una Directiva con el nombre de “Federación Nacional de Tribus para la Liberación del Indígena Hondureño” (FENATRILIH); que más tarde, en 1985, se convierte en la “Federación de Tribus Xicaques de Yoro” (FETRIXY) .

Casi simultáneamente, se organizaron los Pech, históricamente conocidos como “Payas”, y se establece en 1985 la “Federación de Tribus Indígenas Pech de Honduras” (FETRIPH), para reivindicar el uso de sus tierras tanto en el departamento de Olancho como en el corazón de la Biosfera del Río Plátano en La Mosquitia que finalmente alcanzaron mediante la concesión de una zona étnica. Del mismo modo, los Tawahkas, conocidos también como “Sumos”, constituidos por un grupo de alrededor de 700 personas que habitan en siete asentamientos en las riberas del río Patuca, se organizaron en 1987 en la “Federación Indígena Tawahka de Honduras” (FITH), luego de haber sido afectados por la guerra en La Mosquitia hondureño-nicaragüense y frente a la destrucción ecológica observada en su vecindad. Incluso, recibieron el apoyo de la organización miskita “Mosquitia Pawisa” (MOPAWI) para conseguir la firma de un Convenio de Legalización de Tierras, aproximadamente unas 7,500 hectáreas en 1989 con el Instituto Nacional Agrario (INA). Para independizarse culturalmente de los Miskitos, de quienes han recibido una fuerte influencia cultural, empezaron en 1993 acciones tendentes a una educación bilingüe para rescatar su idioma con la creación del “Comité de Educación Bilingüe Intercultural Tawahka” (CEBICUT) .

Cronológicamente, sigue en 1989 la fundación por parte de los indígenas Lencas de la “Organización Nacional de los Indígenas Lenca de Honduras” (ONILH), el grupo indígena más numeroso del país, pero más diversificado en su proceso de aculturación a la sociedad ladina, debido a su contacto cultural desde la colonia con la sociedad mestiza, y sobre todo por la pérdida irreparable de la lengua vernácula a mediados del siglo XX. En la sociedad mestiza mayoritaria, algunos sectores, con fines políticos, ponen en duda su pertenencia étnica indígena, haciendo referencia a la antropóloga Anne Chapman que definió en 1985 a este Pueblo como “campesinos con tradición lenca” a causa de su fuerte cambio cultural . Más tarde se formó también el Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras (COPINH). Finalmente, en el contexto de la preparación de la primera “Marcha indígena” a la capital hondureña en 1994, también se organizaron los Maya-chortís de Honduras en el “Consejo Nacional de Indígenas Chortí de Honduras” (CONICH), aunque también cuentan con la tradicional organización denominada “Consejo Rural Indígena Chortí” en la “Comuna de San Andrés”, Ocotepeque, que ratifica títulos de tierras desde el periodo colonial con base en cédulas reales .

A comienzos de los 90s, el movimiento étnico en Honduras reconsideró sus objetivos y aprovechando la coyuntura histórica, pasó a la fase de aglutinar a todas las federaciones en una gran Confederación de alcance nacional con el fin de presentar ante el gobierno y ante la opinión pública nacional una sola plataforma de lucha; así, se creó en 1992 la “Coordinadora Nacional de Pueblos Autóctonos”, que desde 1993 se denomina “Confederación Nacional de Pueblos Autóctonos de Honduras” (CONPAH) .

Desde su fundación, la CONPAH ha sido la plataforma desde la cual indígenas y negros emprendieron sus luchas frente al Estado hondureño de cara al reconocimiento de sus derechos. La modalidad principal que implementaron como estrategia de movilización son las famosas “Peregrinaciones” o “marchas de protesta” a la ciudad capital Tegucigalpa, a la que se desplazan desde sus comunidades de origen. Según los dirigentes de la CONPAH, la idea de realizar peregrinaciones no es antojadiza, ya que los activistas se percataron de la importancia que en el “pasado” habían tenido las “romerías” hacia la Basílica de Suyapa, la Patrona de Honduras, ubicada en la capital, a la que aún acuden anualmente para hacer romerías los Lencas, Maya-chortís y Garífunas entre otros . Este aspecto ya ha sido comentado por Benedict Anderson, al sugerir que dentro de las manifestaciones religiosas, el “viaje”, en este caso entendido como “peregrinación” a los “lugares santos”, ha sido un poderoso mecanismo de identificación y creador de “significados” entre las diferentes culturas del mundo .

De esta manera se fue formando el concepto de “peregrinación”, una modalidad de lucha iniciada por los indígenas y negros para presionar a las autoridades estatales en busca de solución a sus demandas. Esta experiencia ha sido vital y oportuna en la actual coyuntura de lucha social, pues los movimientos Indígenas y Afrodescendientes han puesto estas experiencias ya consolidadas al servicio del FNR.

3) EL FNR Y EL PAPEL DEL MOVIMIENTO INDÍGENA Y AFRODESCENDIENTE

Volviendo al tema de la participación del Frente Nacional de Resistencia (FNR), y la composición de las fuerzas sociales que lo aglutinan, hay que señalar que se ha manifestado una estructura donde los movimientos sociales tradicionales (sindicatos, obreros, campesinos y magisterio) se convirtieron en los cuadros dirigentes del Frente; esto sin duda está motivado por una trayectoria de lucha social y política más amplia y extensa por parte de esos movimientos a lo largo de la historia. En efecto, los cargos clave de la dirigencia de la Resistencia los conforman antiguos cuadros ligados a las organizaciones sindicales y obreras, como Carlos H. Reyes, Israel Salinas y Juan Barahona, quienes han sido parte del denominado “Bloque Popular”; por parte de las organizaciones campesinas ha tenido un papel protagónico Rafael Alegría, miembro de “Vía Campesina”, y por parte de los maestros han destacado Eulogio Chávez y Luís Sosa, quienes se han movilizado conjuntamente con colegios magisteriales como el Colegio de Profesores de Educación Media de Honduras (COPEMH), y una parte considerable de los docentes agremiados al Colegio Superación Profesional del Magisterio Hondureño (COLPROSUMAH), al Colegio Profesional Unión Magisterial de Honduras (COPRUMH) y la Federación de Organizaciones Magisteriales de Honduras (FOMH). En el proceso se fueron agregando los llamados “Nuevos movimientos sociales” que comprenden una vastedad muy representativa, significativa y plural de los sectores sociales de la hondureñidad, como por ejemplo organizaciones feministas como el Centro de Derechos de la Mujer (CDM), colectivos gays y lésbicos, movimientos ambientalistas como el del Padre Andrés Tamayo de Olancho, organizaciones de artistas e intelectuales como los Artistas del Frente contra el Golpe de Estado (AF), Mujeres en las Artes (MUA), organismos de derechos humanos como el Comité de Derechos Humanos en Honduras (CODEH), el Centro de Investigación y Promoción de los Derechos Humanos (CIPRODEH), el Comité de Familiares de Desaparecidos y Detenidos de Honduras (COFADEH) y otros más. Y por supuesto, se han incorporado a la lucha movimientos indígenas y afrodescendientes, siendo el COPINH de los Lencas y la OFRANEH de los Garífunas los más protagónicos.

La participación de estas organizaciones ha sido significativa y permanente, acompañando desde los primeros días las famosas “Marchas de la Resistencia Pacífica”, que ha sido la estrategia de lucha social y política más visible y singular por parte de la Resistencia. En dichas acciones políticas, tanto los dirigentes Salvador Zúñiga y Bertha Cáceres de los Lencas, así como Miriam Miranda de los Garífunas y desde luego los militantes han sido baluartes decisivos en las protestas, encabezando las marchas y enfrentando constantemente la represión y las agresiones violentas por parte de la Policía y el Ejército.


A la izquierda, Miriam Miranda, presidenta de OFRANEH, y a la derecha Salvador Zúñiga, presidente del COPINH, dirigiéndose a los miembros de la Resistencia en una de las marchas del FNR.


A la izquierda, indígenas Lencas almorzando su “burra” durante un receso de la marcha, y a la derecha jóvenes Garífunas de la OFRANEH acompañando las marchas con sus combativos tambores.
La incorporación de los Movimientos Indígenas y Afrodescendientes en la Resistencia contra el golpe de Estado ha provocado una serie de actos represivos por parte del gobierno de facto no solamente en contra de los dirigentes y miembros de los movimientos sociales, sino también en contra de las mismas comunidades indígenas y garífunas, sobresaliendo entre otras la detención de varios activistas del COPINH y de la OFRANEH, la persecución que ha sufrido el Dr. Luther Castillo, el hostigamiento contra el Hospital Garífuna de Iriona (primer hospital étnico-comunitario del país) y en el asilamiento de doce indígenas Lencas en la Embajada de Guatemala debido a la sistemática persecución que han sufrido. Ellos son: Zacarías Gutiérrez (menor de edad), Marta Socorro Boquín, Francisco Sánchez, María Isaías López, Julián Martínez, Sergio Jerezano (menor), Randy Sadoc Castillo, Mirna Elizabeth Funes, William Perdomo, las hermanas Ludi Gloribeth Funes y Yuri Ismenia Funes, y Lidia Funes, madre de estas dos niñas.
En fin, a pesar de estas violaciones a sus derechos humanos, los movimientos sociales Indígenas y Afrodescendientes aún continúan en pie de lucha contra el régimen de facto, y muestra por lo tanto que el combate acometido por el FNR representa el hito más importante de lucha social en el país desde la histórica “Huelga de 1954”, sin embargo, a diferencia de aquél episodio, el FNR constituye la conformación del frente social más pluralista y representativo de toda la historia contemporánea del país. Por ende, el principal desafío para la Resistencia de cara al futuro mediato -quizás para el próximo año- será debatir y pactar la formación del Frente en una agrupación política que logre en pocos años socavar el bipartidismo y transformar el sistema político hondureño, caracterizado por la existencia de dos partidos conservadores -El Nacional y el Liberal-, para en su lugar constituir una fuerza política progresista que guíe las grandes transformaciones que requiere el país de cara al siglo XXI. En general, consideramos que la coyuntura histórica está más que servida para tal propósito.
Al mismo tiempo, la naturaleza amplia y diversa de los movimientos que aglutinan al FNR, así como sus demandas por una nueva “Asamblea Constituyente” y el viraje de una “democracia representativa” a una “democracia participativa” significan un cuestionamiento a la modernidad; lo que buscan estos “Nuevos movimientos sociales” Indígenas y Afrodescendientes, conjuntamente con todas las agrupaciones del Frente es la desarticulación de un “Estado-nación” que se había construido sobre la concepción liberal de la “nación homogénea”, para en su lugar proponer la conformación y reconstrucción de un “Estado plurinacional” que no solo reconozca las diferencias étnicas, etarias y de género, sino que también posibilite la participación y la satisfacción de las demandas de todas y todos los hondureños.
Asimismo, estas luchas cuestionan el tan llevado y traído concepto de “ciudadanía”, que hasta hoy en día estaba basado en los “derechos individuales”, y ahora el FNR promueve la construcción de “ciudadanías colectivas” por medio de la “Asamblea Constituyente” para fomentar que todas y todos los hondureños opinen sobre los grandes asuntos de interés nacional, como la discusión de la política concesionaria y tributaria del Estado, la aprobación de un currículum escolar con enfoque intercultural, la posesión y administración de las riquezas naturales, marítimas, los espacios mineros, las reservas naturales, los territorios agrícolas, en fin sobre los recursos naturales; el reconocimiento de los derechos a los grupos diferenciados (indígenas, afrodescendientes, personas con necesidades especiales, adultos mayores, adolescentes, niños, gays, lesbianas). Todos estos factores demuestran que la lucha de estos movimientos y organizaciones es la lucha del Pueblo y de las mayorías, a diferencia de los golpistas, quienes representan solamente los intereses la burguesía y de la obsoleta y parasitaria clase política que por primera vez es desafiada tan frontalmente por el movimiento popular, al punto de estar en “alas de cucaracha”.

Tegucigalpa, 2 de noviembre, día de difuntos y por lo tanto, de nuestros mártires de la Resistencia.





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